jueves, 11 de junio de 2009

RAFAEL CARRERA CAUDILLO GUATEMALTECO

RAFAEL CARRERA CAUDILLO GUATEMALTECO

El hundimiento de la Federación Centroamericana, que finalmente condujo a que se estableciera la soberana República de Guatemala, tuvo sus raíces en las amargas pugnas y rivalidades que se habían venido desarrollando entre las elites criollas de los respectivos Estados aun antes de la declaración de Independencia en 1821. Tales enfrentamientos fueron evidentes tanto dentro de cada Estado como entre unos y otros. El regionalismo de San Salvador y los esfuerzos de su elite criolla para establecer su independencia de la hegemonía política, económica y eclesiástica de la ciudad de Guatemala crearon relaciones especialmente amargas y muchas veces violentas entre estas dos ciudades. Repetidas veces en guerra, desde 1822 hasta 1840, la desconfianza y el odio envenenaron las oportunidades de éxito de la Federación.

El Fracaso de la Federación

El triunfo liberal de 1829, encabezado por Francisco Morazán, tuvo un efecto devastador en la elite conservadora de Guatemala. Muchos fueron los encarcelados y luego exiliados, y cuyas propiedades también se confiscaron.

Rafael Carrera y la Rebelión de Mita

Un líder innato, Rafael Carrera, surgió para dirigir a los campesinos y decidir el destino de Guatemala en los siguientes 30 años. Nació en el barrio de Candelaria, en la capital, en 1814.

Un sobrino lejano rastreo el linaje de Carrera hasta dar con un compañero del conquistador de Guatemala, Pedro de Alvarado, y concluyo que a Carrera se podría atribuir la siguiente composición racial: 11% indígena, 17% negro y 72% español. Los retratos del caudillo sugieren un porcentaje mayor de genes indígenas y en su propio tiempo le llamaban “indio”. Su padre fue boyero y su madre una empleada domestica que más tarde abrió un puesto de venta de cordelería en el mercado central, donde fue muy conocida.

Sus primeros años coincidieron con una severa depresión económica, en la cual era notoria la extrema pobreza de la ciudad. Carrera creció en un violento y alborotado vecindario durante el turbulento periodo de la Independencia y del establecimiento de las Provincias Unidas del Centro América.

Tenía 14 años cuando se participo en ejército federal, durante la guerra civil de 1827-1829. Participo en la mayor parte de las grandes batallas y ascendió al grado de sargento.

Carrera deambulo por el centro del país.

Después se marcho al Oriente, a La Montaña, en compañía de mercaderes ambulantes y arrieros, se estableció en Mataquescuintla, en 1832. Allí compraba cerdos en el campo y los vendía en los mercados de los pueblos aledaños. Su breve ocupación como porquerizo le resulto fructífera, aunque sus enemigos se burlaron de ella cuando llego a ser poderoso.

Su gran amistad con el párroco del pueblo fue verdaderamente decisiva en su juventud. El Padre Francisco Aqueche, ejemplo del clero conservador rural, proporciono a Carrera un marco ideológico . su asociación con el sacerdote favoreció la imagen de Carrera en la comunidad. a principios de 1837, Aqueche arreglo el matrimonio de Carrera con Petrona García, hija de un terrateniente local cuya riqueza resultaba importante en esa comunidad rural.

El suegro poseía ganado, tierras y una atractiva casa en la plaza principal de Mataquescuintla. Petrona era devota, de mucho carácter y muy celosa. Acompaño a su marido en las batallas, pero su fuerte era la administración de sus propiedades, las cuales aumentaron rápidamente después del matrimonio.

Carrera, el mestizo sin rumbo, con un genio a menudo violento, irascible y poco comunicativo, fue muy influido por Toña y el Padre Aqueche. Su carisma, que atraería a los campesinos a una gran cruzada contra el gobierno liberal de la ciudad de Guatemala, se afirmaba conforme Carrera ganaba confianza y éxito económico. No era imponente en su aspecto físico. Como Napoleón Bonaparte, a quien Carrera se refirió alguna vez como su “otro yo”, era de corta estatura, pero poseía gran inteligencia natural y una aguda percepción de los hechos y personas que lo rodeaban.

Inicialmente, Carrera comandó una patrulla encargada de hacer cumplir la cuarentena del cólera, pero después organizó sus tropas contra el gobierno, en ayuda de los campesinos que resistían a las fuerzas del régimen en Santa Rosa.

A finales de Junio de 1837 presento una lista de sus demandas en un manifiesto que reflejaba la influencia conservadora de sus amigos sacerdotes: 1) la abolición de los Códigos de Livingston, 2) la protección de la vida y de las propiedades, 3) el retorno del Arzobispo Casaus y la restauración de las órdenes religiosas, 4) La abolición del impuesto personal, 5) amnistía para todos los desterrados desde 1829, 6) el cumplimiento de sus órdenes so pena de muerte para los infractores.

Enfrentado a la insurgencia popular, Gálvez formó una coalición de unidad nacional con los conservadores, lo que recordaba la anterior estrategia de Arce.

En diciembre de 1837 designó a dos conservadores, Juan José de Aycinena y Marcial Zebadúa, para ocupar puestos ministeriales claves. Ello llevó a los liberarles más radicales, dirigidos por José Francisco Barrundia y Pedro Molina, a organizar una facción de oposición.

Morazán, quien abrigaba dudas sobre Gálvez, no envió el apoyo requerido, desde la capital federal de San Salvador, el cual habría podido salvar al Jefe del Estado de Guatemala.

Las divisiones que existían en la elite de la capital resultaron favorables a Carrera, cuyo harapiento ejército extendió su área de control y aterrorizo a las clases acaudaladas, a los comerciantes y a los viajeros extranjeros. Los esfuerzos por reducir la brecha entre los liberales termino con la renuncia de Gálvez a favor del Vicejefe Pedro Valenzuela, que era más aceptable para Barrundia. Pero ello no impidió que las hordas de Carrera ocuparan y saquearan la ciudad de Guatemala, el 31 de enero de 1838. Carrera retiro rápidamente sus fuerzas de la capital y retorno al distrito de Mita, pero no sin antes iniciar su alianza con los conservadores.

El poder económico de la clase aristocrática criolla, integrada por grandes terratenientes y comerciantes, había sido afectado pero no quebrantado por los gobernantes liberales.

De hecho, en la década de 1830, algunos de ellos habían adquirido algunas propiedades de las confiscadas a la Iglesia y ampliado así sus posesiones, mientras la producción de cochinilla se expandía rápidamente.

Los conservadores resurgieron en 1838 con más fuerza, por ejemplo en la legislatura guatemalteca y trataron de atraerse al General Carrera proponiéndole satisfacer algunas de sus demandas. La iglesia recupero su situación anterior, los comandantes militares liberales fueron relevados de sus cargos, se dio un regreso hacia el gobierno constitucional, lo que permitió a los conservadores, en marzo de aquel año, ganar las elecciones y abolir los Códigos de Livingston.

Morazán lanzo una ofensiva general para localizar y destruir las fuerzas de Carrera, al mismo tiempo que mandó arrestar a las principales autoridades del gobierno guatemalteco.

Los guerrilleros respondieron con renovada ferocidad. Las atrocidades se multiplicaron en ambos bandos.

Morazán asumió el gobierno del Estado, hizo a un lado a los conservadores y, tomo Gálvez anteriormente, aumento la represión. Morazán tomo el control de la capital, y los liberales restituyeron parte del programa que habían sacrificado para apaciguar a Carrera.

Morazán creyó, incorrectamente, que para entonces había debilitado en gran medida la rebelión de Carrera. Fue asimismo ineficaz su esfuerzo por restaurar la ya resquebrajada unión Centroamericana.

Con Morazán en San Salvador, los conservadores de Guatemala volvieron a ganar rápidamente el poder y, el 22 de julio, Valenzuela entregó el Poder Ejecutivo a Mariano Rivera Paz.

El nuevo gobierno continuó con el desmantelamiento del programa liberal. Carrera controlaba una vez más una vasta región. En Septiembre, protegido por una fuerte niebla, el General liberal Carlos Salazar lanzó una repentina contraofensiva que sorprendió a Carrera Salazar en Villa Nueva y le forzó a retirarse a La Montaña. Cuando Morazán se sumó a su búsqueda, Carrera trató de ganar tiempo por medio de un acuerdo con el General de Los Altos, Agustín Guzmán.

En este documento, firmado en El Rinconcito el 23 de Diciembre, después de haber sido derrotado, Carrera aceptó deponer las armas y reconocer al gobierno de la ciudad de Guatemala, a cambio del mando militar en el distrito de Mita.

Animado por la aparente desaparición de la guerrilla de Carrera, el 30 de Enero de 1839 Morazán depuso a Rivera Paz y lo reemplazo por el General Salazar. El nuevo empuje liberal había hecho ver a Carrera que no habría paz hasta que Morazán fuera eliminado. El 24 de marzo de 1839, en un pronunciamiento hecho en Mataquescuintla, Carrera acusó a Morazán de cometer atrocidades contra el clero y otros guatemaltecos, de destruir el comercio, confiscar la propiedad privada y extender el terror por la tierra. Carrera juró reinstalar a Rivera Paz, e hizo alianza con los conservadores hondureños y nicaragüenses contra Morazán. Al cabo de un mes, Rivera Paz y los conservadores gobernaban de nuevo en Guatemala, y llegaron a la capital el 13 de Abril. El caudillo conservador pasó el resto del año dedicado a liquidar al enemigo en El Salvador y Honduras.

En Enero de 1840 acabó con Los Altos que, en 1838, se había separado de Guatemala y aplastó allí a los liberales.

La inevitable prueba definitiva entre Carrera y Morazán se dio en Marzo de 1840, cuando las fuerzas del primero derrotaron completamente al ejército liberal en la ciudad de Guatemala.

Morazán y unos cuantos de sus oficiales escaparon y por fin llegaron a David, en Chiriquí, hoy Panamá y entonces parte de Colombia, pero ya la Federación había terminado. Dos años más tarde, Morazán regresó, reorganizó su ejército en El Salvador con menos apoyo de lo que esperaba e invadió Costa Rica, donde derribó a Braulio Carrillo.

El sueño de Morazán de rehacer la Federación se desvaneció casi de inmediato después de que se produjera una insurgencia popular contra él. Luego de un juicio rápido, Morazán fue fusilado en Costa Rica, el 15 de Septiembre de 1842.

Hacia la Fundación de la República

Tanto liberales como conservadores desempeñarían un papel muy importante en la década de 1840, pero inmediatamente después de la victoria de Carrera se registró una fuerte reacción conservadora. La Asamblea constituyente, que se reunió a finales de mayo de 1839, cimentó las bases del régimen conservador de más de tres décadas.

Carrera y los Partidos

En realidad, la victoria de Carrera y sus `cachurecos` no produjo el surgimiento de un régimen absolutamente conservador en Guatemala, ni el dominio del llamado `partido clerical`. Los conservadores habían temido a Carrera casi tanto como los liberales, hecho que era evidente para él. En 1839 se realizó una alianza con los conservadores, pero ello no fue sin cierta desconfianza. La ideología de Carrera se ajustaba en muchos puntos a la de la elite conservadora, aunque él no tenía intenciones de volverse peón de esta. En la siguiente década intencionalmente se mantuvo alejado del dominio de ambos partidos, poniéndolos uno contra el otro. El resultado fue que ambos, conservadores y liberales, sirvieron al gobierno algún tiempo y se suscitó una discusión que definió claramente las diferencias entre ellos, y que se imprimió en las páginas de la prensa y en una guerra de folletos y volantes.

Los enemigos de Carrera y aun los `cachurecos` lo consideraron casi como un salvaje determinado a destruir la civilización y el progreso. Percibían su gobierno como una oligarquía dominada por un pequeño grupo de sacerdotes influidos por una ideología y prácticas medievales, describían a Carrera como un dictador siniestro, y ridiculizaban la `paz y el orden` establecidos por el `salvaje`. Ciertamente se dieron excesos y atrocidades y había algo de verdad en las acusaciones hechas por la oposición durante los primeros días que siguieron a la victoria del caudillo y a la derrota de Morazán en Marzo de 1840. Sin embargo, a mediados de ese año, se comenzó a afianzar la paz y un cierto orden. A finales de Junio, se convocó a la Asamblea Constituyente, que controlaron los conservadores.

Mariano Rivera Paz fue Jefe del Estado hasta diciembre de 1844, un hábil político nacido en Cobán que supo manejar la delicada relación entre Carrera y la elite capitalina. Rivera Paz dio tono conservador al nuevo régimen, lo que se reflejó en su primer informe anual, entregado a la Asamblea Constituyente el 31 de mayo de 1839.

Consolidación de Rafael Carrera

Hasta finales de 1844 Carrera se conformó con comandar el ejército y dictar políticas específicas. El gobierno efectivo presidido por Rivera Paz estuvo en manos de la elite conservadora. El activo Ministro de Hacienda, Manuel Francisco Pavón, puso un poco de orden en aquellos difíciles días, tanto en las finanzas como en los servicios públicos.

A diferencia de la intransigente política impulsada por Morazán en 1829, Carrera no expulso del Estado a los jefes de la oposición. Antes bien, mantuvo relaciones cordiales con muchos de los líderes liberales, a quienes supo dar el aliento necesario, precisamente para mantener bajo control al gobierno conservador. Existía poco espacio para el dialogo político abierto, pues los periódicos de la oposición estaban prohibidos.

La situación se hizo intolerable para la elite, que acudió a la posibilidad de eliminar a Carrera. Dos atentados contra su vida terminaron con la muerte de los frustrados asesinos, aunque no se estableció si había otros involucrado. A principios de 1844 se acusó a miembros del gabinete conservador de complotar contra él, y ello forzó rápidamente al Jefe de Estado a reemplazar a sus ministros con miembros más afines a los liberales.

En 1844 Carrera y los representantes de la aristocracia actuaban como aliados políticos, pero era evidente que mantenían cierta desconfianza mutua.

Repentinamente se produjo un levantamiento de los montañeses, en el cual más de 2,000 campesinos armados se formaron en Pínula y El Aceytuno, cerca de la capital. Carrera regresó rápidamente y después de una escaramuza se firmó una paz rápida en la Villa de Guadalupe, de la que derivaron importantes cambios en el gobierno. Esta revuelta, sin duda maquinada por el propio Carrera, estableció un nuevo equilibrio en el poder político, con un considerable aumento de la influencia liberal, al mismo tiempo que se prohibió al clero ocupar cargos públicos.

La amenaza militar fue superada fácilmente por Carrera y sus aliados de Honduras y El Salvador, pero los preparativos de guerra habían provocado otra seria crisis financiera que el caudillo aprovecho para consolidar su autoridad y cimentar su nuevo entendimiento con los liberales. Por cierto, el monto de los créditos forzados a la clase propietaria peso muchísimo sobre las familias aristocráticas, que complotaron para tratar de expulsar al caudillo.

Los desordenes públicos cada vez más frecuentes y los esfuerzos de los ultraconservadores para volver a ganar el control del país presionaron a Carrera para apoderarse de la presidencia al final del año. El gabinete renuncio el 2 de Diciembre y Rivera Paz no pudo encontrar a una persona idónea que quisiera reemplazarlo. Finalmente, renuncio el 08 de diciembre, ante la incapacidad de formar un nuevo gobierno, y declaro que el país necesitaba un cambio de administración. Se reunió inmediatamente un Consejo Constituyente, que escogió como su presidente al liberal José Venancio López. Este Consejo eligió a Carrera para suceder a Rivera Paz, el 11 de Diciembre. Dos días más tarde designo una Corte Suprema con predominio liberal, presidida por Miguel Larreynaga.

Rafael Carrera entre Conservadores y Liberales

Carrera tomó posesión del cargo el 14 de diciembre de 1844. López, al tomarle juramento, lo comparó con Fray Bartolomé de las Casas. Rivera Paz se retiró elegantemente a la vida privada, mientras que el General Vicente Cruz surgió como un nuevo y poderoso líder militar al lado de Carrera.

Casi de inmediato, el 2 de febrero de 1845, los conservadores intentaron dar un golpe de Estado, que fue aplastado por las fuerzas del General Cruz y Sotero Carrera, el hermano del mandatario.

La Revolución de 1848

Ante la creciente rebelión, Carrera aplico tanto medidas represivas como de conciliación. El 24 de mayo cedió en el asunto de las elecciones, cuando anuncio que pronto se llevaría a cabo para elegir una nueva Asamblea Constituyente, que se reuniría el 15 de Agosto de 1848. Las elecciones que siguieron, en medio de una guerra civil prolongada, fueron notablemente honradas.

Los primeros resultados indicaban una victoria liberal, y Molina y Barrundia se encontraban entre los ganadores de curules en el nuevo Congreso. Mientras tanto, los rebeldes tomaron Quetzaltenango y con las armas capturadas allí se dirigieron a la capital. Aunque Carrera los atajó y los derrotó abiertamente y recuperó Quetzaltenango a los pocos días, esta campaña forzó al gobierno a admitir la seriedad de la revuelta general, tanto en Occidente como en Oriente. El gobierno acusó a los liberales de haber manipulado el voto indígena para ganar la elección y negó que esta reflejara la opinión pública. Sin embargo, se aceptó la victoria liberal y Carrera hizo saber claramente que respetaría los resultados y devolvería el poder a la Asamblea cuando esta fuera convocada.

La desfavorable situación militar contribuyó a que Carrera se inclinara por dejar el poder, ya que en julio varios caudillos rebeldes, dirigidos por José Dolores Nufio, se pronunciaron en rebeldía y anunciaron su voluntad de someterse a las Asamblea liberal. Nufio, que controlaba Chiquimula, tomó por asalto el puerto de Izabal y capturó al General Gerónimo Paiz. El 10 de Agosto anuncio su intención de marchar a la capital con su fuerza rebelde de 1,200 hombres, con lo cual hizo la posición de Carrera aun más insostenible. Mientras tanto, otros rebeldes habían tomado Escuintla y el día 5, Carrera admitió que no había podido sofocar la rebelión y que entregaría el poder. En su mensaje a la sesión inaugural de la Asamblea, en 1847, señalo sus esfuerzos por traer la paz a Guatemala, el crecimiento económico y el establecimiento de la independencia absoluta. Al año siguiente presento su renuncia y salió al exilio en Chiapas.

Mientras Carrera observaba desde Chiapas, el caos cundió en el país. Ninguno de los breves gobiernos que siguieron, o sea los de Juan Antonio Martínez y José Bernardo Escobar, pudieron restaurar el orden u organizar un gobierno unificado.

El 1º de Enero de 1849 el coronel Mariano Paredes tomo posesión del cargo de Presidente. Aconsejado muy de cerca por el estadista conservador Luis Batres, se opuso públicamente al retorno de Carrera, pero en privado lo perdonó. El 24 de enero, Carrera anuncio su decisión de restaurar la paz y el orden y tomó Quetzaltenango en abril. Poco tiempo después, el gobierno logró firmar un acuerdo de paz con el caudillo. Paredes permaneció como Presidente, pero Carrera fue ascendido a Teniente General, y se convirtió en Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas el 03 de Agosto de 1849.

El Triunfo de la Arada

Los esfuerzos por someter a los montañeses repercutieron en las relaciones entre Guatemala y los vecinos Estados de Honduras y el Salvador. Las raíces del conflicto con el Salvador databan del surgimiento de aquel país como región económica importante, a finales del siglo XVIII, y de los movimientos separatistas que llevaron a la independencia salvadoreña.

Desde entonces el Salvador había sido el centro de la ideología liberal, mientras que Guatemala era la fortaleza de los conservadores.

Los representantes de los tres Estados centrales se reunieron en Chinandega el 09 de enero de 1851 y organizaron formalmente la Representación Nacional, dedicada a resistir la agresión británica y a derrocar al gobierno de Carrera. Escogieron al representante de El Salvador, José Francisco Barrundia, como Presidente, con lo cual corroboraron el reclamo de Guatemala de que él era el centro del movimiento.

Vasconcelos lanzo un ultimátum para forzar la renuncia del gobierno guatemalteco y el destierro de Carrera del territorio centroamericano. Además, declaró que el ejército invasor ocuparía Guatemala hasta que se pudiera organizar allí un gobierno provisional y se convocara a una Asamblea Constituyente para establecer la libertad y celebrar elecciones. El Ministro guatemalteco de Relaciones Exteriores, Pedro N. Arriaga, rechazó formalmente las demandas el 03 de febrero.

Carrera se enfrento al enemigo en San José La Arada, cerca de Chiquimula. Maniobró hábilmente contra los invasores y los derrotó, el 2 de febrero de 1851, en la que fue la más importante acción de su carrera militar. La cuenta de las bajas lo demuestra: Carrera perdió tres oficiales y 20 soldados, y siete oficiales y 42 soldados heridos. El ejército enemigo tuvo: 528 hombres muertos y un número no determinado de heridos. Los vencedores capturaron unos 200 hombres, y más de 1,000 rifles, así como gran cantidad de otros pertrechos militares que fueron dejados en poder de los guatemaltecos. El resto del Ejercito Nacional se dispersó a Honduras y El Salvador. Carrera continuó con la invasión a este último país, lo llevo a la caída del gobierno de Vasconcelos.

La gran victoria en La Arada tuvo consecuencias a largo plazo. De ella se derivó enorme prestigio y poder para Carrera, y aseguró el retorno de este a la presidencia de Guatemala y el establecimiento de un régimen autoritario. De haber sido derrotado, probablemente allí hubiera terminado la vida política de Carrera, y Guatemala hubiera regresado, al menos temporalmente, al régimen liberal y quizá a una prolongada inestabilidad a una guerra civil

como la que afectaba a los Estados del centro. La Arada asestó un golpe natural a los esfuerzo de Barrundia y de los liberales por reorganizar la Federación. Se acabó con la pretensión salvadoreña de liderazgo y, de momento, El Salvador se convirtió en poco más que un Estado satélite de Guatemala. Los esfuerzos de Trinidad Cabañas por revivir la Representación Nacional en Tegucigalpa se hundieron cuando Carrera invadió Honduras y derrocó a Cabañas en 1853. Junto con el dictador costarricense Juan Rafael Mora, Carrera impuso el dominio conservador en todo el istmo. La legislatura, compuesta otra vez mayoritariamente por clérigos, organizo de manera metódica uno de los regímenes más conservadores de Latinoamérica y coopero con el Capitán General Carrera a imponer la paz y el orden, gracias al cual se produciría un lento pero evidente progreso económico, que permitió, poco a poco, reducir la enorme deuda externa de la república, herencia de los regímenes liberales anteriores.

Carrera y la Iglesia Católica

La iglesia recuperó la importante posición de que había gozado en tiempos de la Colonia. Dueña de propiedades rurales y urbanas, estaba estrechamente relacionada, por parentesco en intereses, con la elite conservadora capitalina.

El Acta Constitutiva

Luego de la victoria de Carrera en La Arada, el gobierno de Paredes lo promovió al rango de Capitán y anuncio que la paz había sido restaurada. De hecho, Carrera dedicó mucho de su tiempo a combatir la continua resistencia en La Montaña, mientras una nueva Asamblea Constituyente emitía, en 1851, una nueva Acta Constitutiva conservadora, la que estableció un gobierno autoritario encabezado por el caudillo Carrera.

Presidente Vitalicio

A principios de 1854 Carrera buscó una mayor consolidación de su poder, para lo cual solicitó una revisión constitucional que le proporcionara una autoridad más propia de un monarca que de un presidente. Se produjeron peticiones municipales en toda la república para que se nombrara Presidente vitalicio a Carrera, lo que dio una apariencia de espontaneidad al movimiento. Este, sin embargo, contaba con el apoyo de miembros clave de la elite conservadora y del ejército, quienes estaban convencidos de que al reforzar la autoridad del gobernante se disminuía la lucha por el poder que había plagado la historia inicial de la Centro América independiente.

La Muerte del Caudillo

En 1865 la dictadura de Carrera no solo había restablecido la paz sino que también existía un progreso económico significativo. El quincuagésimo cumpleaños de Carrera se había celebrado con especial alegría en octubre de 1864. El caudillo aun se conservaba fuerte, aunque padecía con más frecuencia de malestares y dolor de estomago. Como de costumbre, paso gran parte del verano de 1864-1865 en las cálidas tierras bajas del Pacifico, en Escuintla. En marzo cayo seriamente enfermo y el 18 regreso a la capital. El médico de cabecera, Francisco Aguilar, le diagnostico disentería. Esta enfermedad había sido un flagelo mortal en Guatemala, especialmente en la región costeña, pero un moderno defensor de Carrera ha sugerido que este padecía de una cáncer en el estomago. Otro biógrafo culpó al alcoholismo y a una malaria recurrente como factores que le debilitaron al punto de que la disentería llego a ser fatal.

En su tiempo también corrieron rumores de que fue envenenado. Puesto que no se le practico una autopsia, no se puede determinar la causa que terminó con la vida del caudillo, pero se sabe con certeza que tenía un historial de padecimientos estomacales y que probablemente su muerte fue causada por disentería vascular. Finalmente, después de un mes de agonía, Carrera dejo este mundo un viernes Santo, el 14 de Abril de 1865. En su lecho de muerte nombro al Mariscal Vicente Cerna, durante mucho tiempo su aliado, como su sucesor. Esta decisión fue confirmada por la Asamblea el 3 de mayo. Cerna continúo con el régimen conservador hasta que la Reforma de Miguel García Granados y Justo Rufino Barrios lo derroco en 1871. Cerna compartía la fanática defensa que Carrera hacia el clero católico romano, pero en muchos aspectos de su política económica se parecía más a los liberales.

Se había distinguido por su eficiencia y por sus esfuerzos para estimular la agricultura cuando fue Corregidor de Chiquimula.

Favoreció el desarrollo de la producción para la exportación, y no simpatizaba, como Carrera, con los derechos tradicionales de los indígenas respecto de la tierra y del trabajo. En consecuencia, la protección a los indígenas, que caracterizo el prolongado dominio de Carrera, decayó rápidamente después de la muerte de este, antes de la Reforma Liberal.

El movimiento conservador tradicional estaba inevitablemente predestinado a caer ante el auge liberal del siglo XIX.

El conservatismo implicaba principalmente ver hacia atrás, a una época menos complicada, fuertemente apoyada en ideales románticos acerca del pasado y temerosa del futuro. Por otra parte, la revolución industrial y la prosperidad que aparecía brindar la política liberal a los Estados Unidos y a Europa occidental, eran hechos que no podían escapar a la atención de los conservadores.

Específicamente los impresiono, tanto como a los liberales, al aliciente de una mayor ganancia económica por medio de la exportación agrícola, de manera que aunque las bases religiosas y culturales de los conservadores permanecían firmes, a partir de 1850 fueron minadas por una tendencia a aceptar el capital extranjero y a convertir parte de la agricultura de subsistencia en una apta para la exportación. El cultivo de café creció durante los últimos años del periodo conservador, y los cafetaleros de las abandonadas tierras del Altiplano occidental apoyaron y ganaron con la Reforma Liberal de 1871. Carrera había trabajado personalmente para conservar las tierras comunales y su astucia le permitió percatarse de la necesidad de mantener más altos niveles productivos en particular en el orden alimentario. Aunque en los últimos años suavizo mucho su actitud hacia los extranjeros, siempre desconfió de ellos. Sin embargo, un solo hombre no podía detener las fuerzas históricas que demandaban tierras y trabajo para producir cosechas de exportación. La muerte de Carrera significo, por lo tanto, el inicio de la usurpación de las tierras de los indígenas.

El primer medio siglo de independencia revelo las diferencias ideológicas profundas y fundamentales entre los miembros de la elite criolla terrateniente y mercantil. A pesar de que compartían un común origen de clase, reflejaban políticas y tradiciones culturales diferentes. Los conservadores eran fieles a la filosofía hispánica y católica de raíces medievales, a los valores socioeconómicos feudales y a las prácticas administrativas de los Habsburgo. Los liberales comulgaban con los ideales de la Ilustración del siglo XVIII, con las metas de crecimiento económico capitalista, las políticas igualitarias y las reformas de los Borbones. Las dos facciones habían luchado amargamente en Centro América durante casi dos décadas, antes de que el popular caudillo Rafael Carrera entrara en escena para restaurar el orden, y para otorgar a los conservadores un enorme poder de sustentación popular.

Los orgullosos patricios de la ciudad de Guatemala tardaron en aceptar el liderazgo de aquel inculto y tosco ex porquerizo, pero finalmente se convencieron de que él era la clave para la prolongación de un gobierno ultraconservador. La alianza no fue fácil y requirió más de una década para consolidarse. El severo régimen autoritario del caudillo fue el más obvio legado de aquel periodo, pero de igual importancia fue la desaparición de la Federación, que a pesar de repetidos intentos, no se ha podido restablecer. También fue importante el ingreso de los indígenas y mestizos en los más altos puestos de la administración militar y gubernamental en la nueva `monarquía` de Carrera. El caudillo conservador, en efecto, rompió el monopolio de poder de la elite criolla y, aunque los liberales tardarían mucho tiempo en restaurar una nueva elite después de 1871, la tradición de la participación popular en el gobierno y el reconocimiento de la dignidad y valor de la mayoría de los indígenas nunca desapareció del todo.

Tal vez resulta paradójico que un dictador, con fama de brutalidad e irrespeto de los derechos de la elite, sea recordado también por su defensa de los derechos del pueblo. Naturalmente, su alianza con los conservadores preservo a la elite criolla, y al final permitió que esta dominara una vez más, pero asimismo evito que se volvieran a ignorar los intereses del campesinado.

A partir de 1865, ya sin la protección de Carrera, los campesinos padecerían cada vez más la usurpación de sus tierras y del fruto de su trabajo, enfrentándose a fuerzas represivas y al terror calculado para prevenir la rebelión.

Mientras que el crecimiento económico de los años del periodo conservador no tuvo tanta importancia como la que adquirió después de 1841, fue sin embargo, menos dañino en el contexto cultural y social del país. Ahora, más de un siglo después, se comienza a comprender que el desarrollo económico medido únicamente en términos de exportación y balanza comercial, muchas veces para por alto la condición intrínseca de la población. Carrera estimulo entre los conservadores guatemaltecos el reconocimiento de los patrones de subsistencia y de la identidad cultural indígena, al mismo tiempo que apoyo un modesto plan de desarrollo de la agro exportación, en que se subraya la importancia de la propiedad indígena. Esto último no era compatible con la invasión de capitales extranjeros provenientes de naciones que ya habían experimentado la revolución industrial. El enfoque conservador del siglo XIX no sugiere opciones para países subdesarrollados interesados en preservar estilos de vida tradicionales dentro de un marco de modernización gladual.

El curso de la vida de Rafael Carrera recuerda que la teoría política avanzada y el idealismo bien intencionado pocas veces traen progreso, a menos que se tome en cuenta los intereses de la mayoría de la población. La resistencia al cambio, aun de gente que cuenta con pocas pertenencias materiales, puede ser disuasivo poderoso para la reestructuración de cualquier sociedad si no se ofrece un beneficio psicológico tangible e inmediato a las personas afectadas. Esto es tan valido en nuestra época como en el siglo XIX.

Las reformas liberales fueron un desafío para la elite criolla que había establecido un régimen neocolonial en Guatemala.

Después de destructoras guerras civiles y de un periodo de experimentación política, las familias prominentes lograron restaurar su hegemonía social y económica. Al mismo tiempo, la colaboración con los caudillos populares acelero el proceso de participación de los ladinos en el gobierno, de manera que en 1870 las elites blancas ya no monopolizaban los altos cargos públicos. Sin embargo, el régimen conservador no logro el progreso y la expansión de una economía orientada a la exportación en el volumen que exigían la elite y la clase media.

Además del restablecimiento de gran parte del marco institucional de la Colonia, los dos logros de la época fueron el caudillismo y la afirmación de los cinco países centroamericanos, que sobrevivieron muchos años después de que el Partido Conservador dejó de tener fuerzas.

A carera se le recuerda como analfabeto y como un caudillo inculto que logro mantener el

Poder por su regimen de terror pero no fue asi, era una persona que logro un equilibrio y que oriento al pais asi lo que dbio ser un desarrollo agricola para la exportacion aprovechando que su poblacion en general se beneficiara de ello y no copiando modelos de

paises diferentes.

Los otros dictadores solo beneficiaron a una elite sosteneida por los estados neocolonialistas como inglaterra, alemania y principalmente los Estados Unidos de Norte America.

Guatemala y Centroamérica salieron de un colonizador retrogrado que sumio al pais en

una edad media interminable que detuvo el progeso y que nos dejo en una sociedad fedual

Inculta y de clases divididas, para caer en la garras de otros colonizadores que siguiero explotandolo y a pesar de no ser una colonia para fines practicos como si lo fuera.

La leccion de carrera fue tener vision y sumar fuerzas y no dividirlas .

El libro Carrera el presidente olvidado aun que es una apreciacion romantica de este

Presidente si refleja que este no fue el caudillo indio analfabeta tirano que es lo que la mayoria de Guatemaltecos que saben que Rafael Carrera fue presidente de Guatemala, dicen de el; en realidad si es mas que el presidente olvidado es el Presidente injustamente

Juzgado.

La Novela de Fernando Gonzales Davison La Montaña infinita también trata del tema de carrera pero con un enfoque mas Historico que el libro anterior.

El principal tratadista de Carrera es el historiador Estado Unidense Ralph Lee Woodward

el cual sirvio de base para este ensayo, ya que nada de lo aquí expresado es una investigacion del autor sino una simple recopilacion de la bibligrafia antes mencionada.

1 comentario:

  1. En el Presidente Olvidad también está la vida de aquel entonces, se habla de José Milla, el escritor costumbrista y funcionario de Carrera: se habla del mundo, de la expansión territorial de los Estados Unidos, tragándose a México, de los ingleses y Belice, de la fiebre de oro en California, de los filibusteros en Nicaragua que fue Estado esclavista de los EUA; de los nuevos libros de Darwin y Marx, en aquel entonces.
    Es una novela que les pido que lean.

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